Felipe González Márquez ya no es un referente para estos jóvenes socialistas, dispuestos en la mejor tradición sofista, a recurrir a cualquier argumento para defender los cambios de valores, de criterio y de sentido común de su jefe Sánchez. El que se atreve a llevar la contraria o simplemente a recordar lo que “decíamos ayer”, ya no es que no salga en la foto, sino que se le reduce a la exhibición de rareza paleozoología en el parque jurásico en el que ya no se conforman con recluir a Aznar o al dinosaurio Rajoy. Si uno hace caso a los mensajes de la secta de Sánchez hay unos cuantos millones de españoles que por su edad lo mejor que pueden hacer es mirar la partida, callar cuando los que juegan arrastran a copas o se dejan colgado un rey y dar tabaco.
Y lo peor de todo es, que algunos de estos sectarios, capaces de cualquier cosa por trabajar en la dirección del jefe, al que tiene la edad aparente según el nuevo canon de Isabel Rodríguez, le mandan callar al mejor estilo de la Venezuela de Maduro o la Cuba de Castro. El penúltimo ha sido Patxi López, el que fuera lendakari gracias a los votos del PP y se pasó toda la legislatura insultando a los que debía su sillón, como el ejemplo del que muerde la mano al que le da de comer. Después de aquello no se puede esperar nada bueno. No sé en los próximos días quién de los dos, Patxi o Isabel, será el encargado de cargar contra su compañero Emiliano García-Page por recordar a su mutuo secretario general que cuando se presentó a las elecciones de las que pretende salir investido como presidente, la amnistía era un concepto que no cabía en la constitución y la enorme gravedad de pretender algo de una enorme gravedad.
Como en todo coincide Emiliano con los dinosaurios Felipe, Guerra, Rodríguez Ibarra, Redondo, Leguina… me temo que antes de que acabe el año Emiliano se verá irremisiblemente reducido a los límites del parque jurásico que a bien tenga su sanchidad.
No se veía semejante caterva de sectarios enemiga de la libertad de expresión agrupada alrededor de un personaje con tal falta de escrúpulos para defender sus intereses desde los tiempos de Fernando VII. Por faltar no faltan en la corte ni esportilleros ni aguadores dispuestos a llevar el agua adónde el gran Sánchez quiera.