Imagen de la iglesia de El Muyo, uno de los pueblos negros de Segovia

Imagen de la iglesia de El Muyo, uno de los "pueblos negros" de Segovia Diputación de Segovia

Segovia

La embaucadora ruta por los pueblos negros de Segovia con un tesoro natural por descubrir

Estos tres municipios de la Sierra de Ayllón son conocidos por sus particularidades y la especial belleza botánica de su alrededor

3 marzo, 2024 07:00

En una época en la que el transporte de materiales no era sencillo, hubo unos pequeños pueblos de la Sierra de Ayllón que tuvieron que tirar de aquellos que tenían más próximos. Por eso, así se les conoce a estos municipios segovianos como los "pueblos negros". También están los "rojos", pero hoy nos detendremos en los primeros.

Hablamos de Becerril, El Muyo y Serracín. Su arquitectura se basa en el uso de pizarras con este color oscuro. Tejados y cubiertas se levantaron con este patrón y provocaron el nacimiento de los ahora denominados "pueblos negros". A su alrededor, en esta comarca segoviana, un importante tesoro natural por descubrir nos acompañará en esta ruta circular de alrededor de 15 kilómetros.

Los "pueblos negros" arrancaron el siglo XXI con 16 habitantes en Becerril, nueve en El Muyo y cero en Serracín. Lo cierto es que tampoco ha cambiado mucho, pero el giro de guion y una orientación al turismo rural han provocado un pequeño resurgimiento en la vida de estos municipios.

Se encuentran a los pies de la Sierra de Ayllón, entre el Collado de Puerto Infante y el puerto de la Que-sera. Al sur limitan con Guadalajara, mientras que al nordeste hacen lo propio con la sierra soriana de Pela. Además de sus calles y arquitecturas, las joyas botánicas de las cumbres y las laderas más oscuras se erigen como uno de sus atractivos más dominantes.

La Tejera negra, declarado Parque natural en el lado de Guadalajara, el hayedo de la Pedrosa en su parte segoviana y los tejos de Becerril trasladan a estos tiempos otros donde el clima era más frío y las montañas se 'vestían' con otro tipo de vegetación. Un pequeño número de ejemplares sobrevive hasta nuestros días, a pesar de la desaparición de glaciares, el paso de incendios y, especialmente, a las hachas del ser humano.

Una ruta circular y un tesoro natural y urbanístico por descubrir

Nuestra ruta se iniciará en la plaza de Becerril. Cogeremos rumbo hacia el sur y nos encontraremos las estribaciones de la Sierra de Ayllón, que forman como una simulación de un anfiteatro. Tras recorrer más o menos un kilómetro, el camino se separa. Seguiremos por el que parte desde el lado izquierdo y según se llegue a un pequeño depósito de agua la cuesta se irá inclinando.

Desde aquí se observa Los Campillos a la derecha, unas manchas de color verde oscuro que desde arriba de la montaña se dejan caer pendiente abajo. Este es el reducto de tejos de Becerril. En nuestro camino nos protegerán el río Cambrones por la izquierda y el Hociquilla por la derecha.

Según vamos subiendo, enebros, encinas y brezos nos reciben. Es perceptible en sus hojas que sirven como sustento y alimento de ovejas y vacas. Al llegar al Campazo, el camino es más empinado y complicado y se transforma en una senda a la altura de una mata de roble por la izquierda. Es aquí, dirección collado, donde se presenta el fresno de montaña, uno de los tesoros botánicos más espectaculares de la zona. 

Llegados a este punto, nuestro camino seguirá por la izquierda, camino del vértice geodésico de Valdebecerril, que se encumbra con el punto máximo de nuestra senda y donde disfrutaremos de un mirador único que nos descubrirá las vertientes segovianas y manchegas de la Sierra de Ayllón.

Por el suroeste, el Parque Natural del Hayedo de Tejera Negra. En los valles de la parte de Guadalajara se extiende una imponente repoblación de pino silvestre. Desde Valdebecerril, la ruta proseguirá a nuestra izquierda y la valla que marca el límite provincial nos servirá como guía en una ruta en descenso que llega hasta el Collado de Puerto Infante.

Desde aquí y tras cruzar la cancela de hierro, iremos hacia el norte por una senda bien delimitada que nos llevará hasta El Muyo en poco menos de una hora y media y teniendo en cuenta que nos paremos a observar la caída del agua en el paraje de Las Chorreras.

Tras conocer El Muyo, saldremos de este por la carretera que lleva a Madriguera. Nuestro itinerario estará marcado hasta Becerril por unas flechas que indican la dirección en unos postes de madera. A medio kilómetro, cuando lleguemos a la altura del campo de fútbol, deberemos abandonar la carretera e ir por un camino hacia el noroeste.

Cabe resaltar, eso sí, que tras recorrer unos dos kilómetros, el camino desaparece. Lo mejor es guiarse por el tendido eléctrico que recorre desde El Muyo y hasta Serracín. En nuestro último tramo, hemos de rodear el pequeño caserío y seguir hacia el noroeste.

Una de las calles de Serracín, en Segovia

Una de las calles de Serracín, en Segovia Diputación de Segovia

Recorrido un kilómetro, nuestro camino continuará en dirección al suroeste bajo los pies del cerro del pizarral por una ruta estrecha que baja hasta cruzar el río Cambrones. Tras una media hora de camino llegaremos a Becerril, desde donde partimos. Entre cinco y seis horas de recorrido, con paradas incluidas, que nos han servido para descubrir esta mágica zona que junta en una simbiosis perfecta la obra del ser humano en los "pueblos negros" y los tesoros botánicos de una naturaleza que domina el lugar.

El área de Turismo de la Diputación de Segovia marca la primavera y el otoño como las mejores épocas para hacer esta ruta, con la llegada de unas temperaturas más suaves que las que vivimos en invierno y verano. Cabe resaltar que lo definen como un itinerario "exigente físicamente", que llega a 537 metros de desnivel y que está recomendado para personas con un mínimo tono físico o acostumbradas a andar.