Se habla mucho, porque los números cantan, de la España despoblada, vaciada o a veces desértica. Las causas ya se saben: la gente joven se marcha en busca de nuevos horizontes, por no decir de sobrevivencia y los mayores, viejos o ancianos se resignan con sus pensiones los que se quedan y no se van también.
Claro, lo primero que habría que plantearse, es si las viviendas de esos pueblos cuentan con las comodidades indispensables hoy día y son la vivienda digna que proclama la Constitución. A.ello se añade algo muy importante: ¿Cuentan esos pueblos con los
servicios y comunicaciones indispensables?
Todo ello y mucho más, se está poniendo de manifiesto cada día con mayor urgencia y rotundidad. De aquí que una iniciativa de la Unión del Pueblo Leonés, aunque derrotada en las Cortes de Castilla y León por la coalición PP-VOX, pretendía poner remedio a esta situación mediante la concesión de ayudas a los habitantes de pequeños municipios. Tan lógica propuesta, ha contado con el apoyo del PSOE que, aunque insuficiente, es sin duda loable.
No obstante, debo decir, que este grave problema del vaciado de pueblos, es de ámbito nacional y me consta que en Andalucía pasa lo mismo, donde incluso la rigidez de la normativa urbanística dificulta la rehabilitación de viviendas para quienes desean hacerlo.
La norma debe ser cumplida, pero cuando está desfasada como en estos casos suceda debe modificarse o, incluso, derogarse para adecuarla a las nuevas necesidades de los ciudadanos. Para eso están los políticos y no para tirarse los trastos a la cabeza como estamos viendo todos los días.