Según estudios recientes la primera vez que un niño ve una imagen pornográfica es a los 8 años. Cuando escuchas esto, es inevitable no sentir un escalofrío recorriendo tu cuerpo. Claramente no sabe ni lo que está viendo ni lo que puede significar, pero esa imagen ya queda grabada en su retina para siempre.
Hace no tantos años, este tipo de contenidos estaban muy limitados. Siempre ha habido películas, revistas, incluso salas donde consumir porno “en directo” ,pero su acceso estaba muy controlado. Solo estaba permitido para personas mayores de edad previa presentación del DNI.
Es indudable que siempre ha existido y existirá, pero el crecimiento tecnológico tan exponencial de los últimos años está poniendo a prueba a padres, docentes y a los propios adolescentes.
Las generaciones nativas digitales tienen un acceso ilimitado a cualquier contenido de la red, y obviamente uno de los contenidos más buscados es la pornografía. No cabe duda de que los padres ponen todo de su parte para limitarlo, pero no es suficiente. Los adolescentes saben buscar mucho mejor que nosotros, y son capaces de saltarse cortafuegos y controles parentales para poder ver lo que buscan.
Y la cuestión se agrava porque no necesitan ni buscar, ahí están los grupos de WhatsApp o Instagram donde el intercambio de contenidos es muy habitual y están por encima de cualquier restricción paterna.
¿Cómo afecta a los menores visionar estos contenidos?,¿qué imagen se crean de la sexualidad?,¿cómo les afectará en el futuro?
La industria del porno está diseñada y dirigida fundamentalmente a los hombres, que son los mayores consumidores. La imagen de la mujer, en este tipo de películas, está totalmente cosificada. Ella es un objeto y el hombre o los hombres con los que ruede una escena pueden hacer con ella lo que les plazca. Es un mero instrumento para proporcionarles placer. Este hecho para un adulto que “normalmente” sabe diferenciar la fantasía de la realidad no suele suponer un problema. Él visualiza estas películas pero en su día a día, en su vida real , su sexualidad es completamente diferente. Las relaciones con su pareja son relaciones plenas en las que ambos consienten y disfrutan al 50%. Salvo en algunos casos, en los que los adultos también sufren las consecuencias de la pornografía y necesitan ayuda psicológica.
Para un adolescente, este cine le condiciona. Da por hecho que las relaciones sexuales funcionan así, que la mujer disfruta siendo golpeada, maltratada o forzada. Que cuanto más grite mayor es su placer. Por eso actuará así en sus primeras relaciones sexuales. Y lo que es peor, la chica, que o ha visionado porno o se lo han contado, normaliza también que el sexo es así. Que tiene que dar placer al hombre independientemente de sus deseos.
Puede que alguno de vosotros crea que esto es una exageración, pero no lo es para nada. Es la realidad que tenemos hoy en día y existen métodos para resolver este grave problema. Es fundamental la educación sexual tanto en los hogares como en las escuelas. Hay que dialogar con nuestros jóvenes y explicarles las cosas de una forma clara y concisa.
Si nosotros no nos vemos capacitados, hay cientos de profesionales cualificados que pueden ayudarnos tanto en casa como en la escuela. No podemos dejarlo pasar pensando que ya lo aprenderá por su cuenta. No debemos dejar que normalicen la violencia en el sexo. Ni tampoco que crean que la mujer es un instrumento para que el hombre disfrute. O que tienen que tener sÍ o sÍ relaciones tempranas, estén o no preparados. Si no tomamos medidas inmediatas, estos niños de hoy serán depredadores y monstruos mañana.