En 1833, Javier de Burgos, fue nombrado secretario de despacho del recién creado ministerio de Fomento y, a la sazón, responsable de la división territorial de España en provincias. Pues bien, cuando dio instrucciones a los responsables de éstas, fue preguntado por cuáles eran las que existían en relación con la Fiesta de los Toros, Javier de Burgos contestó que “ninguna, pues la llamada fiesta iba a desaparecer”. De esto han pasado casi dos siglos y como dice la vieja película taurina, “La Fiesta sigue”.
Y seguirá adelante, a pesar de la tolerancia con los antitaurinos de los poderes públicos en contra de lo que les obliga la ley de 2013, que declara a la Tauromaquia Patrimonio Cultural, que tuvo su antecedente en la ya vieja ley de 1991, que proclamó la vinculación de la Fiesta con la cultura. Dos leyes, una del gobierno popular, la más reciente y, la otra, del gobierno socialista, y que evidencia que la Tauromaquia no tiene o no debe tener color político.
Y en estas estamos, cuando los antitaurinos quieren presentar una iniciativa legislativa popular contra la Fiesta, para la que necesitan 500.000 firmas a fin de iniciar su tramitación parlamentaria. Sobre esto hay pronósticos de todos los gustos. Yo creo que les va a resultar muy difícil conseguirlo y, aun así, aunque piensen que el actual Congreso les es favorable, estoy seguro que no va a ser así ya que hay diputados y diputadas que, con seguridad, bajo ningún concepto, votarán a favor de una ley antitaurina.
Este fin de semana, en las fincas de don José Escolar en Lanzahíta (Ávila) y de don Victoriano del Río en Miraflores de la Sierra (Madrid), cincuenta muchachos de entre 17 y 20 años, de toda España, e incluso dos de Portugal y México, han competido en la primera selección del Bolsín Taurino Mirobrigense de Ciudad Rodrigo, para ganarse uno de los cinco puestos con derecho a torear en los festivales del Carnaval del Toro de dicha ciudad.
Y viendo a aquellos aspirantes a toreros con la ilusión y la preparación con la que compiten, no cabe pensar que no existe futuro para la Fiesta, por muchos antitaurinos y también agoreros que los acompañen desde el bando contrario haciendo de quintacolumnistas.
Para estos aspirantes, formados en las escuelas taurinas donde se preparan concienzudamente como personas, en todos sus ámbitos, no cabe otra ilusión y otra esperanza que la de ser toreros. Una profesión tan peligrosa, ya que arriesgan su vida en ello, como apasionante, con compensaciones de todo tipo.
En estos dos días, hemos asistido a la puesta de los cimientos de esta gran obra: al ganadero seleccionando sus vacas, futuras madres de sus toros y al jurado del Bolsín, seleccionando, igualmente, a los aspirantes a toreros. Todo dentro de un gran respeto y disciplina y en un entorno natural y ecológico ejemplar.
Viendo todo esto, estoy seguro de que Javier de Burgos, que acertó en la división territorial de España, respecto a la tauromaquia seguirá, sin duda, equivocándose, al igual que tantos reyes, papas y políticos, que trataron de acabar con esta manifestación cultural, que es la más importante de nuestro pueblo.