Nunca ha existido un nivel de confort tan elevado para la mayoría de los ciudadanos y nunca se ha gestionado tan mal el supuesto estado del bienestar. Quizá porque no hay que gestionar la libertad individual de los ciudadanos entrar tanto en lo privado, en las ganancias, en el trabajo, en definitiva en el pensamiento de las personas. El engaño una vez más arrastra al toro. Trabajo no contabiliza fijos discontinuos, trabajadores en ERTE y con disponibilidad limitada ni los que demandan empleo. El paro real ha aumentado en 30.500 personas y los desempleados rondan los cuatro millones, tomando la senda de la ceja. Todo muy chuli. Si seguimos así acabaremos todos siendo fijos discontinuos con alguna ayudita de hambre peor que los jovelandeses, pues una familia con hijos y menos renta tiene derecho a vivienda antes que un nativo. Se viene si no lo remediamos una generación de perros que no saben cuidar la casa, abrigaditos, de comer pollito, dormir en la cama y fotos para el Facebook.
De momento se ha recortado un 57% las ayudas para la compra de vivienda y se ha hundido la inversión en vivienda más de 2000 millones de euros. El agujero de la seguridad social es ocho veces superior a lo que se refleja. El chantaje al que estamos sometidos amenaza con convertir la legislatura en un descalzaperros. Un muro que nos alejara de cualquier avance social. Danone cierra su fábrica en Cataluña. Isaac Carasso, un judío sefardí, lo patentó en 1919 y en Barcelona. Mi tío abuelo lo conoció y pasó muchas tardes con él. Una historia que toca a su fin. Esperemos que algún día volvamos a ser un país normal. La OCDE condena a España a décadas de mediocridad económica y subidas de impuestos. Suben los precios y la cesta de la compra, pronto no tendremos derecho ni a paella de verdura.
La gente quiere creer que ha perdido la fe gracias a la iglesia, que nos hemos alejado de la democracia gracias a los políticos, duda de la verdad gracias a la prensa. Pero en realidad vivimos en la indolencia permanente, y en una ignorancia y una falta de vergüenza como nunca. A los que nos queda memoria tenemos recuerdos de una España de la que te sentías orgulloso, donde los políticos hacían política y no conjeturas para ver como recaudar más impuestos y privarte de tu vida privada, donde con trabajo y esfuerzo se podía tener coche, casa y familia, algo impensable hoy en día. No se puede trabajar ni recordar con esfuerzo ajeno. De momento nada se crea o se destruye, sólo cambia de bolsillo.
Se vive en una mansedumbre propia del ganado de carne. En un silencio social que empieza a romperse en el norte de Europa. Vivimos en una dictadura porque la gente no habla. Vivimos bajo silencios bochornosos, como en algunas autonomías del norte. Silencios que hacen que perduren corrupciones, son silencios degradantes para España bajo la excusa de un falso nacionalismo que beneficia a unas minorías de toda la vida, haya el régimen que haya. Algunos creen que hacen política comiendo cada día con una señorita distinta, o al revés, y lo único que hacen es el imbécil. La felicidad y el bienestar es algo que puede estar a nuestro lado y que muchos buscan muy lejos y no lo encuentran. Haciendo ver que recogen bolitas tampoco lo encontraran.