Desde el día que nací estabas allí, conmigo. Aquel día de junio de Dios sabe el año estabas a mi lado acompañando mi llegada a este mundo, haciéndolo más fácil y menos traumático.
Desde ese momento, has estado cerca, muy cerca, llenando momentos de mi vida y sanando mi cuerpo y mente. Aún sigues haciéndolo, esa sensación que eriza mi vello y cura mi alma continúa cuando estás ahí.
Aunque las cosas vayan mal, siempre estás a mi lado dándome fuerza y resiliencia para vivir.
Hay personas que dicen que contigo sienten ganas de llorar y tristeza, pero a mí me das poder, energía y alas para transportarme a mundos idílicos donde soy el capitán de un barco que va a Venus, un mamón que se va a retorcer entre polvos picapica o voy paseando por el boulevard de los sueños rotos.
Cuando nadie me ve, te grito, bailo contigo y consigo que mis pensamientos dejen de brotar cual agua de la fuente, con fuerza y sin control. Dejando mi mente totalmente en blanco, vacía y hueca. Aislando mis ideas y haciéndome feliz y libre por unos pocos minutos.
Eso sí, es necesario que estés a máxima potencia, gritando tan alto que ningún médico lo aprobaría.
Estás en las buenas, pero sobre todo en las malas. Siempre despertando en mí una mueca burlona y alegre a pesar de que algunas melodías que nacen de ti son demasiado tristes, parecen haber aflorado de un dolor muy grande y, a la vez, se transforman en tranquilidad y sanan a la persona que te acompañaba.
Aún en esos casos a mí siempre me has despertado una sonrisa. Muchos tipos de sonrisas, de satisfacción, de añoranza por tiempos pasados, o algunas que me llevan a recuerdos de algo que fue y no pudo ser. O incluso, algo que sigue siendo pero que ya no hace daño.
Cuando salgo a la calle contigo el mundo se llena de colores a mi alrededor, los paisajes se hacen hermosos y la gente que pasa parece robots programados realizando diferentes tareas. Muchas veces al pasar a su lado me observan imaginando qué grado de cordura tiene mi mente, o cual es el motivo que me genera esa serenidad.
Son instantes donde nada importa, solo tú y yo. Ya sabes, lo que digan los demás está de más. Por eso el hecho de sentirme pleno caminando contigo y conociendo más cosas sobre ti es tan satisfactorio que transforma todo lo negativo.
Tengo que decirte que hay algo que me genera miedo e incertidumbre.
Tengo miedo a perderte. A dejar de sentirte y quererte como lo hago ahora.
Alguna vez he estado muy cerca de ese sentimiento, pero has sabido volver a entrar en mi vida.
No siempre ha sido fácil, hemos tenido momentos de desencuentro, aunque al final me he dado cuenta de que sin ti no soy nada, solo una gota de lluvia mojando mi cara.
Te quiero cerca de mí. Te necesito en mi vida siempre. Con tus blancos, tus negros y tus preciosos arcoíris. No me dejes nunca. Mi fiel amiga, música.