Una vista de las calles empinadas de Altea con la torre de la iglesia del Consuelo al fondo.

Una vista de las calles empinadas de Altea con la torre de la iglesia del Consuelo al fondo. M.H.

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El refrán alicantino basado en un animal que el resto de España no entiende: es muy popular en Altea

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Hubo un tiempo en que el principal sector económico de las comarcas de la Marina Alta y Baixa de Alicante no era el turismo. La agricultura era el principal modo de vida del territorio y así condicionaba el paisaje rural y urbano. Los refranes, como testimonio popular, así lo reflejan.

Ese es el origen del dicho En Altea els burros aguaiten per les finestres. El cambio socioeconómico del territorio ha hecho que los burros pasen a ser de algo habitual en la vida diaria a un animal que aparezca solamente en ferias medievales o fiestas, ya que apenas hay casas que los críen o trabajen con ellos. 

Y esa es una de las claves de este refrán, la imagen del burro asomándose por una ventana. ¿Qué hace un animal asociado al trabajo en el campo sacando su cabeza por una ventana? La frase juega con el equívoco y la fuerza de la imagen para conseguir el impacto en el oyente y que esta sea popular.

La respuesta está en el propio urbanismo de Altea. La colina sobre la que en lo alto se alza la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo marca la distribución de las casas en las blancas calles empinadas y empedradas que tanto atraen la atención de turistas.

Los burros donde se resguardan es en los patios y establos, con sus correspondientes ventanas en caso de estar cerrados, o con su vallado si estaban abiertos. Al estar las casas en pendiente, eso hace que los animales puedan asomarse a una altura mayor si se les ve desde la parte baja de esa calle.

Así lo explicaba el filólogo Manuel Sanchis Guarner en la segunda parte de su serie Els pobles valencians parlen els uns dels altres, donde recoge esta variante del dicho sobre Altea.

La primera referencia escrita de esta frase la recogía el etnólogo Joan Amades en su libro Geografia popular, editado en 1935, al referirse a la Comunitat Valenciana. 

Si Altea se ha transformado y ahora es imposible encontrarse una estampa como esa, el otro municipio que tiene una frase calcada es Bocairent. Una localidad que comparte también con el alicantino su fisonomía urbana.

La primera mención escrita que alude a este encantador pueblo valenciano es mucho más posterior, ya que es de Roser Carol en su libro de 1978 Frases fetes dels Països catalans.